Beneficios de la fiebre

Muchas personas dudan de la utilidad de la fiebre, o simplemente no saben que lo es.​

No es casualidad que la naturaleza haya desarrollado permanentemente esta función en los animales de sangre caliente. Sus beneficios superan con creces sus desventajas temporales y aparentes.

Procesos naturales que pueden acompañar a la fiebre

Para satisfacer la mayor demanda de energía, el cuerpo inicia cambios apropiados y regulados con precisión, que son inherentes de forma natural a la fiebre y no son perjudiciales para el organismo en sí mismos: 

  • Aumento de la frecuencia respiratoria: el niño respira más deprisa.
  • Aumento del gasto cardíaco: el corazón del niño late más deprisa y con mayor intensidad.
  • Aumento de la demanda de líquidos - el niño tiene la boca más seca, siente más sed
  • Aumento de las necesidades de electrolitos - transpiración a través de la piel
  • Aumento de la demanda de energía - los músculos están produciendo el calor, puede haber temblores, sacudidas, escalofríos
  • Aumento de la demanda de oxígeno, producción de dióxido de carbono
  • Hay un balance energético negativo temporal (127)

Esto demuestra que todo el cuerpo está implicado en el establecimiento y mantenimiento del proceso; dirigido, regulado, coordinado con precisión.

La gran pregunta es, ¿podemos confiar en la regulación interna? ¿Hasta qué punto es peligrosa o útil la fiebre?

La respuesta es: la fiebre es útil. 

La fiebre por sí sola no es perjudicial, es más, incluso es beneficiosa, a diferencia de los antipiréticos utilizados indebidamente, que pueden sobrecargar el organismo, causar daños hepáticos y renales y provocar efectos secundarios adicionales. Una actitud positiva hacia la fiebre es importante porque puede ayudar a reducir el uso injustificado e innecesario de antitérmicos.

Contrariamente a la creencia común, la fiebre por sí sola no daña el cerebro, no sobrecarga el corazón y la circulación más que un entrenamiento normal, no provoca la coagulación de las proteínas de la sangre y no es causa de convulsiones febriles infantiles.

Se desarrolló y se hizo común a lo largo de muchos millones de años (3). Por lo tanto, no supone una amenaza para el organismo que la genera de forma bien controlada.

Con algunas excepciones, la fiebre proporciona varios beneficios al huésped en términos de inmunidad y supervivencia (13). La fiebre aumenta la protección frente a agentes intrusivos. El hecho de que la fiebre aparezca en todos los animales de sangre caliente y heterotérmicos indica que es un proceso útil y evolutivamente valioso (1).

Cuando los agentes patógenos entran en el organismo de una persona, se activan diversos mecanismos de defensa. Así pues, la fiebre no es una enfermedad, sino un síntoma que indica una respuesta saludable a la alteración de la integridad de nuestro organismo, a la ruptura de su estado de equilibrio. Las causas de la fiebre pueden ser varias. Lo más frecuente y principalmente en la infancia es que aparezca como parte de la respuesta a una infección, a la penetración de un agente patógeno (bacteria o virus) y ayuda al organismo a combatir la enfermedad.

A temperaturas más altas (fiebre) los procesos químicos de nuestro cuerpo se aceleran, el metabolismo se acelera y las condiciones de vida de los patógenos se deterioran, su capacidad de reproducirse disminuye, por lo que nuestro sistema inmunitario puede funcionar más rápida y eficazmente. La respuesta inmunitaria será más rápida y completa, combatiremos las infecciones con mayor rapidez y éxito, por lo que, en las infecciones, la fiebre es claramente beneficiosa y no es necesario aliviarla. La regulación del sistema inmunitario y la temperatura corporal están estrecha y coordinadamente relacionadas. Ya hablamos de ello en otro capítulo.

Algunas investigaciones demuestran que la fiebre ayuda a recuperarse más rápidamente en enfermedades simples y cotidianas (145)

En caso de infecciones, la curación es más rápida y completa si va acompañada de fiebre. Las infecciones graves causadas por ciertas bacterias presentan tasas significativamente más altas de complicaciones y mortalidad si no aparece fiebre o si ésta se suprime (14)

Los pacientes de edad avanzada tenían siete veces más probabilidades de morir de neumonía adquirida en la comunidad sin fiebre (15).

La fiebre protege contra las infecciones recurrentes y favorece la maduración del sistema inmunitario de los niños.

Las enfermedades simples con fiebre en las primeras etapas de la infancia protegen contra las alergias posteriores. Si un niño tiene varias infecciones febriles, más adelante la tasa de alergias será menor.

En la infancia, entre los 6 y los 7 años, hay pocas enfermedades infecciosas simples que no provoquen fiebre o, al menos, un aumento del calor. La fiebre también indica que se han activado las defensas. Por tanto, la fiebre en sí no es una enfermedad, sino una señal de que el organismo está poniendo en marcha las defensas inmunológicas.

Muchas personas afirman que sus hijos "saltan" después de una enfermedad con fiebre alta. Es decir, que avanzan en algunas de sus atribuciones. Por ejemplo, el apetito ha mejorado o han superado los "terribles dos años", han mejorado en algunos tipos de movimiento, habla o capacidad intelectual. Incluso sólo por esto merece la pena apoyar las dificultades de un estado febril.

Una actitud positiva hacia la fiebre es importante en el contexto de la resistencia a los antibióticos, porque puede ayudar a reducir el abuso de antibióticos (124) y el uso no indicado e innecesario de medicamentos contra la fiebre (antipiréticos).

 

Aquí encontrará las referencias numeradas correspondientes: Referencias

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Actualización de la versión: 1 de marzo de 2024